Una de las experiencias norteamericanas más típicas es asistir a un partido de la liga profesional de béisbol y experimentar su particular ambiente. Aprovechando que los conocidos New York Yankees pasaban por Toronto quise acercarme al estadio y vivir cómo es un día de beisbol en Toronto.
Los Blue Jays son el equipo de beisbol de Toronto y es el único canadiense que juega en la liga profesional norteamericana después de que los Expos de Montreal se trasladaran a Washington en el año 2004. Pese a que el deporte nacional de Canadá es, con mucha diferencia, el hockey sobre hielo, el equipo de beisbol en Toronto es muy popular y no es nada extraño encontrarnos por la calle con personas que visten camisetas o gorras con su logotipo. A esto contribuye que el béisbol se juega en la temporada de verano y el hockey sobre hielo en la de invierno, con lo cual ambos equipos sólo solapan sus partidos durante algunas semanas.
Los Blue Jays (que traducido al español sería algo así como los «arrendajos azules») tuvieron su época dorada a principios de los años 90 y se hicieron con el título de las Series Mundiales en los años 1992 y 1993.
Este año, la temporada de los Blue Jays de Toronto está siendo más que discreta y no van a entrar en las eliminatorias por el título, pero pese a la decepción general de la afición y que el campo de beisbol en Toronto casi nunca se llena, siempre hay un ambiente divertido en el Rogers Centre, el impresionante estadio con cubierta móvil que comparten con el equipo de fútbol canadiense de los Argos.
Es una cosa que llama la atención del beisbol en Toronto y en toda Norteamérica: ¿Por qué los estadios -salvo en partidos muy puntuales o importantes- casi nunca se llenan durante la temporada regular? La respuesta tiene mucho que ver con el calendario y el formato de la liga.
Los equipos se enfrentan en series de dos, tres o cuatro partidos seguidos en una misma ciudad y juegan casi a diario durante los meses que dura la temporada. En ocasiones, si se juntan dos o tres series seguidas en la ciudad de un mismo equipo, podemos tener partidos durante seis o siete días seguidos. Incluso, si algún partido se suspende por la lluvia en los campos descubiertos, es posible también que se jueguen dos partidos en un mismo día: el suspendido por la mañana y el regular por la tarde.
Al haber partidos casi a diario, los aficionados se saturan y no acuden a todos, con lo que los estadios presentan, muchas veces, bajas asistencias. Y eso que el beisbol en Toronto es el deporte profesional con las entradas más baratas.
Los prolegómenos del beisbol en Toronto
Los días entre semana los partidos comienzan a las 7 de la tarde, pero los sábados y domingo empiezan a la 1 y es un espectáculo bastante más familiar. El ambiente estaba muy animado alrededor del estadio de beisbol de Toronto, con muchos aficionados sacando sus entradas, comprando productos del equipo en los puestos callejeros o tomándose el primer perrito del día en los carros situados junto a las puertas de entrada. Pese a tratarse de los Yankees y tener un precio «premium», nos hicimos con la entrada más barata del campo por 16 dólares, un precio más que razonable para el asiento que teníamos.
La primera sorpresa llega al entrar al estadio, donde -aun estando las gradas vacías- los pasillos bullen de actividad. Uno de los patrocinadores del equipo regalaba camisetas a la entrada y las tiendas del interior del estadio están muy concurridas y el dinero corre con sorprendente facilidad por las tiendas de merchandising y los bares del recinto. En un rincón del pasillo han montado un estudio improvisado de televisión desde el que dos presentadores conducen el programa de béisbol de uno de los canales deportivos canadienses, lo que también atrae a muchos curiosos.
Cuando estamos aún llegando a nuestro asiento, los himnos nacionales de Canadá y Estados Unidos nos sorprenden en el pasillo y pensamos que está a punto de comenzar el partido, aunque realmente aún quedan varios minutos. Los que están ya sentados en sus asientos los escuchan con respeto, pero los que están en los pasillos comprando la comida para las primeras entradas parecen ignorarlos completamente.
Una vez sentados en nuestra localidad podemos contemplar con calma el impresionante estadio de beisbol de Toronto -el Rogers Center-, con capacidad para algo más de 60.000 espectadores y que hoy sólo está medio lleno. Nos llama mucho la atención que uno de los laterales del estadio esté ocupado por ventanales y nos dicen que se trata de un hotel. Es decir, desde la habitación de tu hotel puedes abrir la cortina y ver perfectamente el partido de béisbol.
También nos llama la atención el enorme marcador electrónico y toda la parafernalia de vídeo con la que presenta a los jugadores y los diferentes eventos que van teniendo lugar durante el partido.
Las reglas del béisbol
Para quien no esté familiarizado con las reglas del béisbol podemos resumirlas en que se trata de un juego donde el objetivo es hacer más carreras que el rival al final de los nueve periodos conocidos como «entradas». Cada una de estas entradas se prolonga hasta que tres jugadores de cada equipo son eliminados.
Cada jugador del equipo que está en situación ofensiva -al bate- tiene tres oportunidades (siempre que los árbitros consideren que la bola ha sido lanzada correctamente dentro de una zona de bateo) para intentar golpear la bola dentro de los límites del campo y alcanzar las diferentes bases repartidas por el campo y son eliminados si no consiguen golpear la bola correctamente en esas tres ocasiones, si la bola que golpean es recogida en el aire por un jugador contrario o si el equipo rival consigue hacer llegar la bola a la base correspondiente antes que el bateador.
Las carreras- los puntos que suben al marcador- se consiguen cuando el jugador atacante consigue regresar a la zona de bateo después de haber pasado por las tres bases anteriores del campo (algo así como los vértices de un cuadrado).
Evidentemente, no es todo tan sencillo y hay muchas más situaciones durante un partido que pueden ir desde bolas malas hasta robos de base pasando por infracciones, errores y otras circunstancias, pero esta es una manera muy básica de describir el juego.
El partido de béisbol en Toronto
El béisbol es un juego lento. La acción principal se desarrolla en pocos segundos y entre jugada y jugada pasa bastante tiempo. El partido no tiene una duración determinada en tiempo y depende del desarrollo del juego. En nuestro caso, el partido del pasado domingo duró 3 horas y 25 minutos, un tiempo bastante normal para este deporte.
Entre los europeos que he conocido en Canadá, el adjetivo más habitual para definirlo es «aburrido». Sin embargo, mis conocidos norteamericanos insisten en que hay que ver el béisbol más como un evento social, donde acudimos con nuestros amigos y familiares a comer, beber y hacer algo juntos, que como un espectáculo deportivo que nos obligue a mantener la atención constante en el juego.
Y es cierto, porque ir al béisbol en Toronto solo resulta algo aburrido a partir de cierto momento. A mi lado tenía a una familia que se pertrechó de todo tipo de comida y bebida basura al comienzo del partido y se pasó comiendo las dos primeras horas de juego y, justo detrás, a un grupo de jóvenes que pasaban más tiempo contando chistes y dedicándole piropos a un jugador local que prestando atención al partido.
Mientras tanto, por las escaleras de las gradas van pasando los vendedores de comida y bebida ofreciendo cerveza, palomitas o chucherías varias.
El partido tiene numerosos descansos e interrupciones que los espectadores aprovechan para salir a los bares o restaurantes del pasillo y la organización del evento para proyectar vídeos en el marcador o organizar concursos muy básicos en los que regalan algún producto de un patrocinador. No es raro, tampoco, que en un descanso tu cara aparezca, de repente, proyectada en una pantalla de varias decenas de metros cuadrados. Son otros pequeños atractivos del espectáculo del béisbol.
Al final, para variar, los Blue Jays de Toronto tiraron un partido que tenían bien encaminado y regalaron el triunfo a los míticos Yankees en las últimas entradas. Y en esto sí que no hay diferencia con Europa o con otros deportes, dejó a los aficionados bastante enfadados camino de las puertas de salida. Al fin y al cabo, el beisbol en Toronto tiene mucho de espectáculo, pero no deja de ser un deporte.
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