Una de las cosas más típicas que hacer en Toronto en las mañanas primaverales de los sábados es recorrerse el barrio en el que vives buscando los vecinos que organizan las yard sale, pequeños mercadillos improvisados en los jardines de las casas en los que los vecinos aprovechan para deshacerse de sus cosas viejas y sacar un dinerito por ellas, pero que son también todo un evento social en el barrio.
Las yard sale o garage sale son uno más de los indicadores de la transición entre el frío invierno y el cálido verano en Toronto. Se celebran al comienzo de la primavera, intentando aprovechar los primeros días soleados y el buen tiempo, y son típicos de los barrios residenciales de casas bajas con jardín o yard a la entrada. De ahí viene, precisamente, el nombre.
La transición entre estaciones en esta parte de Canadá es bastante importante, ya que se pasa de inviernos muy fríos donde la mayor parte de la vida se hace a cubierto, a veranos calurosos y soleados en los que se hace más vida al aire libre. Las necesidades en las casas, por tanto, cambian y -en muchas ocasiones- viene bien vaciar el garaje de trastos para tener más espacio para los artículos de ocio que podemos usar en el verano. Pero también es el típico momento que se aprovecha para vaciar armarios y, en general, deshacerse de artículos o ropa que ya no nos sirve.
Las yard sale son también muy típicas de los momentos de mudanza y se aprovechan para vender muebles, trastos y otros objetos que no podemos o queremos trasladar con nosotros.
La organización de una yard sale es muy sencilla. Básicamente, recopilas una serie de cosas que tienes en casa y que hace tiempo que no utilizas, decides un día en el que el pronóstico del tiempo sea soleado y te venga bien, preparas una serie de carteles más o menos rústicos -cuanto más rústicos, más encanto- anunciando la venta, los pegas por las farolas de la calle principal del barrio convocando a tus vecinos y, el día que hayas decidido, lo pones todo a la puerta de tu casa y vas atendiendo a los vecinos, amigos y curiosos que pasan por allí.
Las yard sale suelen desarrollarse los sábados por la mañana -de las 8 a las 12 suele ser lo habitual- y no es raro que se junten varias en la misma calle en el mismo día. Eso permite que los curiosos que pasan por ellas puedan ir a tres o cuatro a la vez. Tienen también un sentido social importante, ya que es un día en el que estás en la calle y te visitan muchos amigos y conocidos. Algunos, para echarte una mano en la venta; otros, para conversar o saludarte y algunos más para comprar alguna cosa que les pudiera resultar curiosa.
En algunas de ellas, los niños también participan activamente y colocan, junto a las mesas o las perchas con los objetos que se venden, sus tenderetes de limonada que se puede comprar a precios simbólicos.
¿Qué se vende?
La verdad es que, después de pasar una mañana recorriendo tenderetes, puedo decir que la gran mayoría de las yard sale tienen su atractivo en la sorpresa de poderte encontrar en alguna de ellas con alguna «joya escondida» o algo que se ajuste a lo que necesitabas, porque, en realidad, el 80 por ciento de los artículos que allí se vendían eran dignos de haber sido tirados al cubo de la basura o, en el caso de la ropa, entregados a organizaciones de caridad. Algunas de las cosas, desde objetos decorativos hasta mobiliario, pasando por viejos juguetes o aparatos electrónicos desfasados, no soportaban muy bien el paso del tiempo por el trastero correspondiente.
Hay algunas excepciones muy honrosas. Por ejemplo, productos infantiles que no han envejecido demasiado, pero que ya han dejado de servir por edad a los niños de la casa como ropa, juguetes o sillas de transporte en coche. También es interesante el material deportivo usado, que quizá el dueño de la casa ha renovado por algo mejor, pero que puede ser muy interesante para un principiante. En esta época, además, no es extraño encontrarnos con objetos relacionados con los deportes de invierno como patines, esquíes o material de snowboard.
Los aficionados a los libros también pueden encontrarse algunas sorpresas agradables, aunque los que más disfrutarán serán los amantes de los discos, ya que es muy habitual que en las «yard sale» aparezcan cajas enteras de vinilos con todo tipos de álbumes. Algo que, por cierto, se está empezando a notar también con los DVDs, que empiezan a aparecer muy frecuentemente en estas ventas improvisadas.
En la mayor parte de los casos, el precio de compra y venta es testimonial, ya que el comprador le está quitando de encima al vendedor un producto que ya no quiere. No obstante, dependiendo del producto y su estado, el vendedor hará una oferta ante la que se puede regatear amistosamente. Por lo general, el vendedor tragará con una rebaja razonable, especialmente si no tiene muchas esperanzas de vender ese producto, pero -por muy festiva que sea- no deja de ser una venta en la que el regateo puede llegar a ser intenso.
Pero, sobre todo, las yard sales son una pequeña fiesta de primavera en el vecindario, donde se aprovecha para conocer y saludar a los vecinos, charlar un poco con los curiosos que vienen a comprarnos y, de paso, limpiar un poco nuestro trastero quitándonos de la cabeza el cargo de conciencia que supone tirar cosas en perfecto estado de funcionamiento a la basura aunque ya no nos sirvan.
Y son, además, una estupenda manera de pasar un sábado por la mañana en Toronto.
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